Algunos momentos detenidos de todo lo vivido hace unos días cubriendo los incendios que afectaron a Castilla y León. Con perspectiva cobra algo más de sentido el trabajo que hicimos y la magnitud de lo que estaba pasando.
Me acuerdo de aquellos vecinos voluntarios de Castromil, en Zamora. De Álvaro y sus abejas. De Javier y sus vacas. De Sergio y de aquel árbol donde su abuelo dejaba siempre un cuchillo para almorzar. De tantos lugares que hacían felices y hacían vivir a muchas personas. De kilómetros y kilómetros de tierra quemada envuelta en una escala de grises aún humeante.
Ninguno de los afectados querían oír hablar de lo que la mayoría ya hablaba: de esas ayudas económicas directas a su cuenta bancaria. Para la mayoría carecían de sentido. Recuerdo también a José Manuel, vecino de Cional afectado por los incendios de la Sierra de la Culebra. De aquella mirada observando el monte resurgiendo algunos centímetros dos años después del fuego. "Que el dinero lo destinen a que esto no vuelva a ocurrir."
Seguro que estos incendios pasarán. Y en muchos lugares pensarán en el: "hasta el año que viene." Porque el fuego volverá y la amenaza de que volvamos a perder lugares de felicidad y de sustento para tantos, regresará. Y con ello volverán los limosneros visitantes que dejan la americana en el coche en verano.
Porque como dice la canción que se convierte en himno cada temporada estival en nuestras tierras: "los campos castellanos, (por desgracia) arden fácil en verano."