La generación
Hace unos días hice esta fotografía un poco a traición, sin permiso en un primer momento, pero más tarde, comentando lo tanto que podía representar, decidí preguntar a quien en ella posa que si no le importaba que la pusiera aquí.
El me dijo que no, que no pasaba nada. Sólo estaba leyendo un libro apoyado en una de las estaciones del servicio municipal de bicicletas. Eran más o menos las 20:00h de la tarde, empezaba a hacer un poco de rasca en Madrid por eso la ayuda de la chaqueta gruesa de cuero.
El hombre tenía sobre sus manos un libro con algunas marcas en ciertas páginas, le pregunté que qué leía y me dijo que un libro de poemas porque le gustaba mucho la poesía. Era un libro más en la retahíla de ejemplares que había leído.
A aquel hombre solo le acompañaba aquel libro y el carro que ven al fondo. Hablando un poco me dijo que tampoco necesitaba mucho más. En una vida que en ocasiones le fue esquiva había llegado un momento en su ciclo en el que quería vivir con lo justo.
Cuando rompía la tarde solía ir por aquella calle para hacer tiempo antes de tomar algo para cenar, siempre lo hacía con un buen libro para amenizar la espera.
Un periódico esperaba a que el libro acabara o a que el caballero se tomara un descanso para dejar paso a la actualidad más inmediata. Tampoco recuerdo ahora si la copia sería del día o era algún noticiero de la semana, o el mes... el señor me dejó claro que no le gustaba agobiarse demasiado.
Al llegar a casa, en un artículo en una revista dominical leí sobre cómo crecía la tendencia del olvido y del casi abandono a nuestros mayores. Algo que según podía ver en un titular grueso de la página: sería la nueva epidemia creciente.
En ese momento recordé una conversación que tuvimos un grupo de amigos en una ciudad castellana hacía algún año con un profesor camerunés que pasaba por la calle junto con un grupo de chavales en uno de esos campamentos de verano en los que las familias suelen dejar durante unas horas a sus chiquillos.
Por alguna razón salió el tema de cómo trataban en su país a las personas mayores y él para referirse al caso español cambió su cara rápidamente. Decía que se sorprendía después de 5 años cómo en España cuidábamos a nuestros mayores y lo rápido que nos deshacemos de ellos.
Uno de nosotros recordó en ese momento lo mucho que habían hecho por lo que hoy podemos llegar a ser, aquella generación que dio tanto y recibió tan poco, la de nuestros bisabuelos, abuelos... para otros por supuesto, sus padres, tíos...
La "responsabilidad" que tenían, dijo el camerunés. Ese sentido de responsabilidad tan fuerte y lo poco que se les reconoció tiempo más tarde. Cuanta razón tenía, y sólo llevaba 5 años aquí.
Hoy en estos tiempos en los que parece que todos nacimos ayer y que el pasado son dos trozos de papel que se pueden ir recortando según nos venga bien y pegando con pegamento de barra de colegio los capítulos que más pueden cuadrar para defender una u otra cosa, seguimos dejando de lado a los artífices de gran parte de lo que hoy tenemos.
Su "responsabilidad" es tan distinta de la nuestra...
Al día siguiente escuché al filósofo y profesor David Pastor Vico hablar sobre los índices de confianza interpersonal que teníamos los jóvenes de hoy en día. Se mostraba perplejo al ver como nos sorprendíamos tanto de que se incumplieran las medidas durante la pandemia. Venía a decir algo así como que tan bajos son los niveles de confianza, tan bajos son los de responsabilidad.
Semanas después de aquel flashback volví a pasar por la calle y no encontré a aquel hombre. Lo intenté unos días más y tampoco. Supongo que dejó la zona o simplemente acabó aquel libro y hoy ya esta con otro nuevo. De aquí para allá, como su generación: La generación.
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