Al final de la Avenida del Norte en Ereván se levanta el edificio de la Ópera. Es un lugar especial para los vecinos. Una de las principales atracciones culturales que hay en la ciudad.
La capital de Armenia es un poco como una ópera en pleno estreno. Sus calles principales recuerdan a aquellas centroeuropeas donde las grandes marcas tienen bien puestos sus escaparates. Están preparadas para recibir al público en sus butacas.
Es una ópera con voces jóvenes que miran a los asistentes con la fuerza de querer prosperar y dejar atrás un pasado de vocalistas noveles de pequeños escenarios. Quieren afrontar su futuro con lo que tienen y nada más. Sin olvidar que esa obra, esa ciudad, es una de las más antiguas del mundo, más incluso que Roma.
Y tiene pausas. Tiene cafés que tomar. Conversaciones entre acto y acto que tratar. Una poderosa vida nocturna donde aquellos jóvenes solistas disfrutan de la vida entre noche y noche en los días de cartel.
Ereván es una ópera que se ve rosa como las piedras de la mayoría de sus edificios históricos donde lo soviético ahora es simplemente un sello. Aunque conserven algún cine como el 'Moscú'.
Y la obra acaba por todo lo alto, con voces agudas y graves que se mezclan en el decorado de un escenario donde hay fuentes de agua y luces de colores que celebran en la noche de un sábado.
Los aplausos los ponen los tantos turistas que alguna vez quisimos ir a conocer aquella ciudad, o aquella ópera.


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