Planta de reciclaje para Agendas 2020

by - octubre 01, 2020

Afectuoso saludo, vayan mis disculpas de ante mano por haber estado un tiempo sin escribir. Como diría Pedro Sánchez a sus chóferes cuando volvía a Ferraz meses después de su renuncia al acta de diputado y en uno de sus lapsus atributivos a autores erróneos: "como decíamos ayer..."

Pues cómo decíamos ayer, la cosa ha cambiado bastante poco, si acaso a peor. Seguimos con una pandemia que nos adelanta por la derecha y la cual no parece entrar en la agenda política nacional como principal punto a acometer, mas bien se está convirtiendo en el arma política de todos los partidos. No sé que tiene España, que todo lo convertimos en razones para la disidencia. Ya ni una pandemia en la que está muriendo tanta gente vale para trabajar de la mano.


Con una sobredosis de información diaria que da miedo encender la televisión y leer los periódicos, el otro día al ir a tirar la basura, me encontré a los pies del contenedor azul, una caja en la que se podía leer el número 2020, escrito con un rotulador negro grueso. En su interior había una serie de agendas de diferentes tamaños y estilos que por el polvo y el maltrato estético que presentaban, parecían sacadas de un despacho de un almacén de grano. 

Las cogí y las puse sobre la mesa y decidí pasar un trapo húmedo sobre sus duras tapas, era como desempolvar un año. Limpiar lo malo y adentrarte en las pocas fechas que quedan del anuario para escribir con fina pluma nuevas aventuras e importantes hitos, para algunos personales y para otros más familiares.

Había una de ellas que destacaba sobre las demás, creo que era por su peso y tamaño, cuando la abrí estaba llena de información. Me agobié solo de leer tantas palabras juntas a la vez, que horror. Escritos en azul, en rojo, hasta en verde, ese boli que usábamos en el colegio muy de vez en cuando para corregir los errores. Madre mía si le dijeras hoy alguno que necesitan el verde para corregir sus fallos... a buen seguro perderías amistades.

También pude apreciar otra agenda, que estaba llena de papeles rebosantes y de marcapáginas con los bordes completamente destrozados, indicio de que había capítulos de la historia que no se querían perder u olvidar. Abrí la agenda y eso era un compendio de recortes de periódico, revistas, hasta direcciones web, porque ahora ya pocos recortes de periódico se guardan... había muchos enlaces a páginas web, muchos.


Era sumamente raro que hubiera habido una persona que hubiese querido deshacerse de tales dispensarios de momentos y citas. Algo raro ocurría ahí, ya que conté más de diez agendas diferentes. Mucho trabajo tendría que tener el tipo o la tipa que abandonó un año de esa manera.

Cuando llegué a casa, aprecié desde mi ventana como diferentes personas mas llevaban sus agendas a esa caja. Vamos... que no era solo de una persona, que era como si hubieran implantado un nuevo tipo de contenedor para agendas, con un estilo más cutre que los actuales claro.

Rompió la media noche y escuché un sonido de vehículo viejo que se paraba justo en la puerta de mi casa y se podía leer en una de las puertas, un vinilo en el que ponía: Planta de reciclaje de Vicálvaro. Un caballero, algo castigado por el tiempo, se bajó del coche, cogió la caja llena de agendas y las metió en el maletero.

A la mañana siguiente, me crucé con mi vecina de la segunda planta y mirando el buzón y su correspondencia me preguntó que si el fin de semana iría al pueblo. Me quedé tan sumamente noqueado que entendí que significaba la recogida de agendas de la noche anterior. Ya no somos individuos con grandes planes y proyectos a largo plazo, no. Nos han convertido en una máquina más que no puede planificar en gran medida y que se limita al día a día. Por decirlo de alguna manera: nos han robado el futuro, y eso que el pasado también esté en tramites de disolución.

Envuelto en una duda sobrecogedora, entré en casa tras la conversación y me puse a escribir una nueva entrada para mí descuidado blog, la cual estoy ultimando con este párrafo ahora mismo y que tenía escrita en mi agenda desde hacía algunos días. En boli escribí la siguiente nota: no quisiera perder certidumbre, ni mucho menos perder mis planes de futuro, eso nadie se lo arrebata a nadie.

Bienvenido Madrid, bienvenida nueva vida.





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